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Mostrando entradas de junio, 2021

Serenate (y encontrarás la verdad)

No corras a ninguna parte. ¿A dónde querés llegar? El tiempo no existe, salvo en tu mente. Rodeate de gente amable que te acompañe y te guíe a cumplir el propósito de tu Ser. Amate por encima de todo. Soso lo más importante de tu vida, ¿lo sabías?. Y cuando la desesperación llegue, dale la bienvenida, abrazala con todo tu Amor. Ella te dirá que la paz y la calma son tus estados naturales. No huyas, no escapes. Mejor cerrá los ojos por un instante, respirá hondo, sonreí y sentirás el recuerdo del Amor en todo el espacio, acobijándote y acompañandote como siempre lo hace.

¿Qué deseás?

Pues en tus manos está poder disponer de la luz o de la obscuridad, del conocimiento o de la ignorancia, pero no de ambas alternativas a la vez.  Los opuestos deben ponerse uno al lado del otro en vez de mantenerse separados. Pues su separación sólo existe en tu mente, y, al igual que tú, se reconcilian al unirse.  En la unión todo lo que no es real inevitablemente desaparece, pues la verdad ES unión. De la misma manera en que la obscuridad desaparece ante la luz, de igual modo la ignorancia se desvanece cuando alborea el conocimiento. La búsqueda de la verdad no es más que un honesto exámen de todo lo que la obstaculiza.  La verdad simplemente ES. No se puede perder, buscar ni encontrar.  Está dondequiera que estés, pues está en tu interior.

La nube de culpabilidad

Si no te sintieses culpable no podrías atacar, pues la condenación es la raíz del ataque. La condenación es el juicio que una mente hace contra otra de que es indigna de amor y merecedora de castigo. La culpabilidad es lo único que "oculta" a Dios.  Los que se sienten culpables siempre condenan. Liberarse uno de la culpabilidad es lo que deshace completamente al ego. No hagas de nadie un ser temible , pues su culpabilidad es la tuya. El mundo te puede dar únicamente lo que tú le diste, pues al no ser otra cosa que tu propia proyección, no tiene ningún significado, aparte del que tú viste en él. Cuando condenas a otro, estás negando su libertad y al hacerlo, es a tí mismo a quien se la niegas. Con igual facilidad podías haberlo liberado del pasado, y haber liberado de su mente la nube de la culpabilidad que lo encadena a él. Y en su libertad habrías encontrado la tuya. Cada vez que condenas a alguien, te estás convenciendo a ti mismo de tu culpabilidad. Si quieres liberarte de...